sábado, 28 de agosto de 2010

Al César lo que es del César…



Estaba pensando un poco este tema, ya que escuchando la mayoría de las canciones que circulan llegué a notar que todas – no encontré demasiadas excepciones- tratan acerca del amor. Amor romántico, amor no correspondido, amor platónico y la lista podría seguir, ya que en estos tiempos yo diría que hay una especie de análisis exhaustivo de las relaciones amorosas que se deja entrever en las diferentes manifestaciones del arte y en la vida cotidiana de las personas.
Nos gusta este tema del amor, me da la impresión de que hay allí un saber que nos interesa aprehender y que la idea general que trasciende a esta conducta humana sería que a más comprensión y entendimiento, más cerca estaríamos de recuperar una especie de paraíso perdido que sería, por decirlo de alguna manera, poder estar con el otro en sintonía, hallar en él o ella esa cosita que nos anda faltando.
El otro día conversaba con una amiga acerca de la importancia del “timing”. Así, decíamos que muchas veces la cuestión del amor pasa por estar en el momento y el lugar correctos, que no se trataría tan solo del otro en cuestión. A veces nos cruzamos con personas hermosas, y nos encontramos con un punto de imposibilidad para que ese vínculo se desarrolle, punto que reside en el tiempo de la vida en que nosotros o el otro se encontraría transitando. En otros momentos, por así decir, estamos abiertos a una relación y terminamos estando en una, las cosas “fluyen” digamos. Lo que nos sorprende es que, si esa relación terminó, a la distancia a veces nos resulta demasiado ajeno e incomprensible cómo es que estuvimos con una persona que no elegimos, porque hay que admitir que no siempre se trata del otro, que en muchos casos no importa quién o cómo es sino el hecho de estar en pareja. Una idea que se me cruzó en el transcurso de la charla es que podría tratarse de cualquiera ¿Podría? Para pensarlo un poco se me ocurrió el ejemplo de la amistad: por regla general no somos tan exigentes con los amigos, toleramos las diferencias en ese tipo de vínculos y los disfrutamos sin el temor a perder, no hacemos escenas de celos ni nos desvivimos por encontrar al amigo ideal. Un amigo es lo que es, y es parte de nuestra vida por azar, aunque quizás lo elegimos luego de un primer momento, no creo que seamos tan tajantes con la amistad como con el amor. Ahí parece, al contrario, que se nos va la vida pensando, esperando, buscando incansablemente como si mañana no tuviéramos más chance que hoy. En este punto de la charla mi amiga y yo permanecimos un instante en silencio… cri cri… Y ahí se instaló un debate muy interesante. ¿Cómo podría tratarse de cualquiera? es casi una afrenta a la idea misma del amor! Al menos del amor como lo escuchamos circular en lo cotidiano, donde yo lo veo ir aumentando su valor, como en el mercado el precio de los inmuebles sube año a año. Pensé, ¿qué pasaría si todos tuviéramos asegurado el amor, si el amor fuera moneda corriente, sencillo de obtener, si estuviera “a la vuelta de la esquina”? Si, por ejemplo, lo ansiado y anhelado por las personas fuera digamos… otro valor como la amistad. Si las relaciones de amistad fueran motivo de canciones y el arte expresara este concernimiento de la humanidad. Si los blogs y los poetas trataran este tema, porque sería lo que a la gente le preocupa y lo difícil de hallar en la vida. La dinámica del amor, entonces, pasaría a un plano segundo o tercero, y nadie se ocuparía de ella o sí lo haría pero de un modo más sincero, más acá de su verdad.
Yo creo de hecho, que al hacer del amor una moneda que circula en términos de esta lógica capitalista que nos gobierna, terminamos alejándonos aún más de lo que de posible el amor tiene. No creo que se trate de engordarlo de importancia, sino de pensarlo en términos que serían propios de otra lógica, una más cercana a lo que la experiencia del amor nos puede brindar. Si pudiésemos corrernos un poco, creo que estaríamos más cerca de vivirlo. Si no lo cargáramos de significaciones, de valor social, el amor sería lo que es sin andarse escapando por sentirse demandado de cosas que no puede/quiere dar.

domingo, 22 de agosto de 2010

Apología de la Soledad, Culto a la Compañía

Yo intento pensar esta cuestión, darle vueltas al asunto. Escucho un tema musical(1) que me parece trata de lo bueno/malo que sería permanecer solo. Todavía no llego a comprender totalmente si se refiere a la soledad propiamente dicha- sin otros- o a la soledad que apunta específicamente a estar sin pareja(2). La soledad propiamente dicha, digamos, narcisismo y no registro del otro, para mi es patológica e involuntaria, entrando en otro terreno de discusión. También podríamos pensar en la figura del ermitaño, aquel que elige aislarse de los otros, física y afectivamente. Aún así, creo que el ermitaño sostiene al otro presente – aunque a distancia- más aún que aquél que puede moverse en el terreno de la presencia- ausencia del otro en una relación con él. De algún modo, hay que reconocer, que muchas veces no tenemos pareja y estamos muy lejos de estar solos. Amamos y odiamos a otros/as que son parte de nuestro mundo afectivo. Otras tantas, tenemos pareja y sentimos la soledad a flor de piel.
Lo que sé es que cuando uno discurre en la apología de la soledad está en problemas. Del mismo modo que si hace un “hace un culto” de la pareja. La verdad es que no tener pareja tiene ventajas. Salir con distintas personas, conocer gente, la emoción permanente de la búsqueda de alguien interesante y de experiencias nuevas. También podría afirmar que tiene sus contrariedades, al no compartir cierto tipo de experiencias del amor entre dos seres. Las cosas se complican en este punto, ya que del mismo modo podría afirmar que estar en pareja tiene sus dificultades y la mar en coche, mientras que por momentos suele ser una bocanada de aire fresco y la sal de la vida.
Creo que el problema reside en creer que algo es mejor que algo, y entonces idealizar una o la otra. Estamos entonces en el registro de lo imposible. Por el lado de la verdad, pensaría que en un escala de valores X se ubican en el mismo nivel, indistinto y en cierta medida contingente. Creo que además habría que dejar de confundir la soledad o la compañía con una definición de si mismo: aludo a ciertas frases como “Soy solo/a” que nombran al ser por un estado – transitorio o no – que lo encapsula en una idea falsa de lo que es el ser. El ser no se define, entonces, por el estado de cosas, sino por ser lo que es. Quizá en inglés el engaño se reitera una y otra vez en la definición del verbo To Be (ser/estar), pero para uno y otro deberíamos captar el contexto de la frase en que se lo aplica. Supongo que todo esto podría pensarse a partir de los orígenes de cierta cultura de la alienación del ser, cuestión que excedería los límites de la discusión de hoy.

(1) El tema de hoy nace a partir de esta canción y de una charla de amigas.

(2) Pareja: adjetivo que refiere a igual o semejante. Conjunto de dos personas. No estoy de acuerdo con esta definición que se utiliza ordinariamente para nombrar a los vínculos amorosos estables ¿?