sábado, 23 de octubre de 2010

Acerca de la Odisea de los Amantes y los Finales que son Principios

“(…) A la apasionada exploración de lo desconocido (la aventura) prefirió la apoteosis de lo conocido (el regreso). A lo infinito (ya que la aventura nunca pretende tener un fin) prefirió el fin (ya que el regreso es la reconciliación con lo que la vida tiene de finito).”
Milan Kundera – “La Ignorancia”


Tomemos como ejemplo el final de una película, aquí les dejo uno que me gusta mucho *, pero bien podría ser cualquier final feliz que prefieran. Entonces él se queda, él ha decidido permanecer, luego de pensarlo durante una hora y media de pasear con ella y ponerse al corriente de las vidas de cada uno. Ha esperado la oportunidad del encuentro por espacio de diez años y todos sabemos que sintió nostalgia y añoranza de verla durante ese tiempo, al punto de escribir un best seller para provocar un reencuentro. Ahora se produce el encuentro y, como Ulises decidió volver con Penélope y dejar la dolce vita junto a Calipso, nuestro protagonista hace lo propio con la mujer que ama.

Siempre llamó mi atención lo que sucede al final, luego de los desencuentros tiene lugar el encuentro, el beso. La pantalla se aleja, las cosas están relativamente claras, y termina la película con un final feliz. Ese final reconfortante tiene a la vez, algo que no se ve, pero que claramente nada tiene de final en sí mismo. Señala otra escena que no vemos, sugiere una continuidad de la que ya no seremos espectadores, el principio de otra cosa. ¡Qué intriga! ¿Qué sucede con los protagonistas de la historia? y sobre todo ¿Cómo se desarrolla en el tiempo esa famosa frase “y fueron felices”?.

¿Alguno tiene en mente alguna película que comience por el final? Me encantaría saber que hay después. Me pregunto por qué nos quedamos ahí, como si lo que viniera a continuación no mereciera ser contado, o tal vez sólo si se tratase de algún drama. Ahí si, pero nos encontramos con otro género. No. De lo que hablo es del amor que se consolida, de las emociones, los sentimientos y el devenir amoroso entre dos personas que logran superar los obstáculos y los desencuentros. Yo creo que merecen la película. A mí me parece que allí, en esa reconciliación con la finitud, reside la magia y el arte de amar. El arte de amar… ¡Qué tema interesante! Y complicado ¿no? Porque si de arte hablamos, no se trata sino de una creación que exprese de un modo sensible el amor que se siente por el otro. No es fácil. Definitivamente a veces no alcanza para que llegue eso que sentimos al otro y creo que, en esta otra escena que nos dejan a nuestra imaginación, está en juego algo de esto. Si pienso que ese beso hay que sostenerlo “para siempre” no parece sencillo sin poner en marcha la creatividad, el amor y el arte.

No estoy segura, pero tal vez la idea del Principio que acontece luego del Final hay que buscarla en la vida misma. Sin recetas, sin relatos ajenos, sino la experiencia personal y lo que cada uno puede atreverse a vivir cuando de amores se trata.
* http://www.youtube.com/watch?v=pMqePx7Kp3A (les debo los subtítulos)

sábado, 9 de octubre de 2010

¿Qué quiere una mujer?

“Su curiosidad y su excitación más auténticas iban dirigidas a sí misma, a su propio cuerpo y sus goces. Para extraer de su piel aterciopelada y de su interior los puntos de placer y todas las posibilidades, eran necesarios mi cuerpo, mis brazos, mis dedos, mi boca”.

Orhan Pamuk – El museo de la Inocencia



(…) pasión, desenfreno, libros, romance, vestidos, mimos, cariño, cuidado, chocolate, lujuria, biromes, pintura, música, seducción, admiración, comida, belleza, juventud, sabiduría, elegancia, regalos, sexo, llamados, poemas, flores, abrigos, abrazos, familia, reconocimiento, aventura, naturaleza, conocer, compañía, amigos, pasear, perfumes, amantes, sonrisas, llorar, sufrir, intimidad, besos, estrellas, fotos, lugares, trabajo, vinos, sabores, emociones, batallas, reconciliaciones, caricias, hechos, palabras, carteras, vacaciones, compromiso, placer, guitarras, aire, zapatos, caviar (…)

Muchas palabras, ninguna apunta realmente a eso que quiere una mujer, podría decirse que tan solo lo bordea, y sin embargo…
Las mil maneras de circunscribir, reglar, ordenar, producir el goce femenino fracasan, una y otra vez. Afortunadamente, el secreto se preserva a pesar de los intentos por hacer de él algo asequible, muchas veces a costa de rebajarlo con fórmulas baratas y posiciones sexuales con nombres irrisorios, otras tantas muy válidas y que se arriman al terreno de la seducción.
La seducción, rescato esta palabra de la lista interminable y prolífera. Algo parece distinguirla del resto, por su presencia, por el enigma que representa para cualquier mortal.
La idea sería pensar un poco, seducir un poco y despertar seducción. Acercarse a lo que quiere decir aún sin poder asir del todo lo que es para cada cual. Seducir es entrar en un terreno que a la feminidad concierne, sin distinción de sexos. Hacer un velo, crearlo, maquillarlo, esculpirlo para ocultar… Y allí: el encanto de lo femenino.
Se- ducere: llevar aparte, desviar de su vía… También significa engañar, pero es un engaño con una connotación positiva, porque ¿a quién no le agrada ser seducido? Seducir es una acción interesante, un ritual humano y vivo que da lugar a un lazo con el otro.
Y la sorpresa de lo que no era, que entonces relanza el deseo y lo hace jugar, moverse, reversibilizarse. No se trata de estrategias sino de pasión y signos que apuntan a lo incierto, a lo fugaz e inaprensible. Tolerar esa incertidumbre, pues hay magia allí donde el mago no revela el truco, porque quizá no lo sabe o porque sabe que si lo muestra lo mágico se escabulle y desaparece.

sábado, 2 de octubre de 2010

Άγαλμα o… El señuelo de los dioses

¿Qué amamos en el otro? ¿Que ama el otro en nosotros? Rasgos, colores, formas, aspectos, ideas…. Yo me pregunto, ¿o la pregunta vino de afuera? Y descubrí al pensar sobre este tema que aquello que amo es lo que hay en el otro que no encuentro en algún lugar que no sea aquel, allí donde el cuerpo y el ser de la otra persona se me vuelve imprescindible para encontrar, por momentos al menos, aquello que amo, lo que una y otra y otra vez vuelvo a elegir, que me enamora, que me captura y que está solo allí con él/ella. Algo que no puedo decir, que no nombro por otra palabra que no sea su nombre. Inseparable de quién lo trae a mi vida, o separable… pero que sin el nombre no posee valor para mi.
¿Por qué me has elegido? ¿Qué tengo yo, que para ti es amable? ¿Es mi piel? ¿Mi dulzura que despierta sólo tu presencia? ¿Es la verdad que tengo sobre ti? ¿El poder de dominar tus impulsos hostiles hacia el mundo? ¿Un saber que acrecienta tu curiosidad sobre las cosas? ¿Una mirada sobre los árboles y las mariposas? ¿Qué tengo para dar que deseas de mí?
¿Por qué te elijo a ti? Habiendo tantos otros … dando vueltas por el mundo. ¿Qué hay en ti que no puedo obtener por mi cuenta? Yo, que soy independiente, cocino, limpio, plancho y hasta hoy podía ser dueño del mundo gracias al tiempo que me da la juventud. Pero no, eso lo tienes sólo tu, y lo deseo, lo admiro, lo beso.
No elegimos por azar, de eso no tengo dudas. Una elección implica cierta condición de amor que no está en todos sino que encontramos en contadas ocasiones. No amamos porque no hay otra cosa que hacer, sino porque algo del otro despierta ese amor. Luego ese algo se extiende al ser, a la relación, al entre- dos y su circunstancia y entonces todo se vuelve bello y amable. Supongo que así podríamos pensar el enamoramiento. Yo te elijo porque te amo. Amo en ti tus defectos y tus virtudes. No quiero que cambies, por miedo a perder aquello que tú eres y portas que es causa para mí. No te muevas, no respires, temo que eso desaparezca. Y si desaparece, me enojo, me asusto… ¿Volverá a estar? ¿Dónde quedó aquello que alguna vez estuvo allí que me hizo perder la cabeza por ti? Allí está… ¡Qué alivio! Sigue estando, sigo sintiendo este amor inmenso, sigo necesitando de ti, ya que tienes algo… algo que me enamora y no hay en otro lugar, eres único.